Uno de los aspectos más importantes en la gestión empresarial consiste, además de los asuntos de corto plazo para aumentar la rentabilidad y liquidez de la empresa, en las acciones estratégicas y tácticas que procuren el aumento de valor a la empresa.
Muchos empresarios dedican la mayor cantidad de su esfuerzo a los resultados del período, pero ello debe ser compatible con los que se requieren para aumentar el valor del negocio.
Al ver los mercados de capitales sofisticados en las bolsas de valor internacionales encontramos empresas que, inclusive al estar en pérdida en el corto plazo, tienen un aumento sostenido del valor de sus acciones.
Para un empresario un objetivo fundamental debe ser que cada día el valor de su negocio aumente.
Si bien hay compatibilidad en el mediano y largo plazo entre la rentabilidad y el aumento del valor del negocio, es decir, son métricas correlacionadas; también es cierto que muchas acciones de aumento de la rentabilidad en el corto plazo pueden conllevar una pérdida efectiva de valor del negocio.
El valor de su negocio es relevante por múltiples motivos: Desde las estructuraciones societarias y el reparto entre los socios, la sucesión empresarial, o la posible venta de la compañía.
Quienes se dedican profesionalmente a la adquisición de empresas podrían tocar su puerta en cualquier momento y su primera pregunta será: ¿Conoce usted el valor de la empresa?
Tan importante es conocer el valor de la compañía como los disparadores de valor; así como las anclas que evitan que aumente o bien, que hace que el negocio pierda valor en un proceso de negociación.
Una valoración actualizada de manera periódica es conveniente, siempre utilizando métodos de valoración financiera definidos y ejecutados por expertos. También es fundamental contar con comparables de empresas análogas en el mercado local e internacional.
El determinar el valor de la compañía no es suficiente para entrar en temas de reparto, sucesión o venta del negocio. Es fundamental que una vez determinado el valor se ejecuten varios ejercicios de sensibilización.
El primer ejercicio es compararle con terceras empresas que, de manera fiable, tienen pública su información financiera, ya sea por transparentalidad de los mercados o porque cotizan en bolsa. Mediante un proceso de descarte se puede identificar comparables adecuados para su negocio, con los ajustes respectivos.
Esos ajustes incluyen asuntos de capacidad instalada de la producción, características económicas de los mercados en que operan las compañías, niveles de apalancamiento financieros y aspectos relativos a su cadena de valor, entre muchos otros. Todos ellos se ejecutan para identificar cómo se encuentra la empresa propia respecto a los comparables.
Determinadas las diferencias, se debe proceder con los respectivos ajustes de comparabilidad que permitan aproximar las diferentes compañías seleccionadas y determinar aquellas variables financieras de rentabilidad más apropiadas para el ajuste de la valoración del negocio.
La lista de comparables permite tener una mayor certeza en ajustes como la tasa de descuento de los flujos proyectados, o la agregación o desagregación en caso de estar utilizando métodos de valoración de múltiplos.
Se trata de un valor añadido importante y muchas veces determinante en la definición del valor. Conviene acceder a ellos y aplicarlos con inteligencia en el proceso de venta o compra de negocios en marcha.
Así como existen disparadores de valor, también hay destructores de valor o elementos que constituyen posibles reducciones del precio a negociar con el comprador potencial. Las contingencias que se derivan mayoritariamente de hechos pasados, pero con potenciales consecuencias en el futuro.
Durante los procesos de valoración sean estos de orden interno o con propósito de venta, conviene determinar la cuantía de las contingencias que tiene la entidad. Desconocerla es ir a ciegas a un proceso de venta empresarial. En el proceso la parte compradora realizará una “debida diligencia,” una auditoría de cumplimiento para identificar aspectos fundamentales de la gestión de la empresa.
En su proceso de determinación de contingencias recuerde revisar el adecuado cumplimiento de las obligaciones tributarias y de su grupo empresarial; también las que resulten de las obligatorias laborales y aquellas que son producto de regulaciones específicas de su industria. Conocer el monto a reducir del valor original resultará en una valoración ajustada mucho más adecuada a la realidad de precio que estaría dispuesto a pagar un potencial comprador.
Conocer de antemano sus contingencias, de cualquier naturaleza, le permite incidir sobre ellas. Gestionarlas para lograr su mitigación o, según el apetito de riesgo de los dueños, apechugar con ellas.
Las medidas de remediación pueden ser muy diversas. Dependen fundamentalmente de los ordenamientos legales internos de cada país o jurisdicción donde opere el grupo económico.
Es así como pueden existir ventajas en países con periodos de prescripción muy cortos en comparación con aquellos que tienen plazos de prescripción más largos.
La remediación puede incluir, según la norma legal aplicable, la rectificación de resultados ante las autoridades fiscales, reguladores laborales, ambientales, o de otra índole regulatoria propios de la industria en la que se desenvuelve su negocio.
En síntesis, el valor de una empresa o grupo empresarial lo será la traída a valor presente los flujos proyectados; ajustados por los comparables de mercado de empresas transparentes con sus cifras de negocios, menos aquellos montos que resulten de las contingencias de diversa naturaleza que hayan sido cuantificadas.
El ejercicio de valoración es una herramienta útil de gestión empresarial, así como una métrica apropiada de la gestión de los encargados de las diversas áreas de gerenciamiento.
Tanto si se está frente a una negociación de compra – venta como si no, es una sana práctica ejecutar el ejercicio para tener un punto de referencia antes de finalizar el año.
Así las acciones correctivas o el redireccionamiento de esfuerzos y presupuesto se pueden incluir en el plan estratégico de la compañía.
Una vez hecha la primera valoración integral es pertinente definir una política de actualización para medir los cambios de trayectoria a lo largo del tiempo. La métrica le permite rectificar lo que corresponda y tomar las acciones que convengan para aumentar el valor neto razonable de la empresa, más allá de la mera obtención de ganancias en el corto plazo.
Las mejores prácticas de gestión conllevan un ejercicio que conviene ejecutarse con especialistas en la materia. Es fundamental evitar el sesgo que producen las valoraciones internas, en las que con facilidad se obvia la necesaria objetividad requerida en este ejercicio.